Fecha: 30 de Junio de 2020
Edición: Junio 2020 No. 23
Milvia Alata Tejedo | Vida estudiantil | Visto 1610 veces
La estudiante de Doctorado en Ciencias Óptica, Milvia Iris Alata Tejedo, fue la ganadora del concurso de cuento corto organizado por los capítulos estudiantiles de la OSA y SPIE (asociaciones internacionales que agrupan a expertos en óptica y fotónica del mundo), llevado a cabo el 16 de mayo como parte de las celebraciones por el Día Internacional de la Luz. Con el propósito de conocer mejor a Milvia como persona, científica y escritora, le formulamos las siguientes preguntas:
Desde los 14 años desarrollé un gusto por la matemática, tuve excelentes profesores y simplemente disfrutaba resolver problemas matemáticos. Primero estudié Ingeniería Comercial por dos años y en ese tiempo me di cuenta que me gustaba mucho enseñar matemáticas ya que me la pasaba haciendo clases a mis compañeros. La facilidad que parecía tener por las matemáticas y el gusto por enseñar me motivaron a cambiar de carrera, me inscribí en una licenciatura en Ciencias Exactas que además permitía obtener un título de profesor de Física y Matemática. En ese momento en Chile se proyectaba un déficit de profesores de física y matemáticas por lo que estudiar esa carrera implicaba tener un trabajo seguro. Yo no sabía mucho de física porque en la secundaria sólo se llevaba esa asignatura un año, así que prácticamente recién aprendí física en la universidad y me encantó. Uno de mis profesores de la universidad solía decir que la matemática es a la física lo que la gramática es a la poesía y creo que es una buena comparación.
Milvia Alata Tejedo, ganadora del Concurso de Cuento 2020
El CIO para mi fue una opción ideal en un momento en que necesitaba dar un giro a mi vida. Ya había trabajado 8 años como profesora de física y matemática y estaba casi resignada a que nunca iba a poder realizar estudios de posgrado. Un amigo, compañero de la universidad había ingresado a la maestría en el CIO me contó su experiencia positiva como alumno y me convenció de que era una muy buena oportunidad para mí. Yo siempre trabajé a la par que estudié el pregrado (en Chile la educación pública universitaria se paga) y tal como mi amigo me contó acá iba a poder dedicarme a tiempo completo a estudiar ya que la beca no solo cubre la educación sino que es de manutención. Sonaba muy bien y decidí intentarlo, me preparé un tiempo y luego hice la postulación.
Mi trabajo de tesis se enfoca en el análisis de una enfermedad neurodegenerativa usando diversas técnicas de microscopía, entre ellas una técnica basada en un fenómeno óptico no lineal que nos permite generar contraste sin necesidad de introducir marcadores exógenos en los tejidos. Mi motivación inicial fue la curiosidad. Las imágenes que había visto de microscopía de fluorescencia siempre me habían parecido fascinantes, aunque no las entendía. Cuando aprendí mucho más sobre biofotónica y yo era la que debía tomar esas imágenes de fluorescencia, entendí su valor. En este momento lo que me motiva más es pensar que lo que hago en el laboratorio de manera experimental podría llegar a traducirse en una aplicación que beneficie a aquellas personas sufren de enfermedades neurodegenerativas de difícil diagnóstico.
Es un cuento corto que describe la relación padre hijo colocando como pieza principal la transmisión del conocimiento, en este caso el conocimiento sobre la luz. En el cuento la superficie terrestre se ha vuelto casi inhabitable por la radiación solar y cada familia debe designar a un miembro para vivir allí reciclando materiales necesarios para la subsistencia de la humanidad. Narro la interacción de tres generaciones de hombres, que se hace posible a través de la música que han podido compartir gracias a que ellos saben cómo usar los desechos tecnológicos que reciclan y la energía solar para poder reproducir música.
Lo escribí pensando en el valor que le doy a la memoria, creo que tanto la música como la literatura me han dado la posibilidad de sentir que puedo compartir con personas que nunca voy a volver a ver o que nunca voy a llegar a conocer personalmente, pero que experimentaron algo, quizás parecido a lo que yo puedo experimentar cuando oyeron una melodía o leyeron una obra que yo también estoy disfrutando. Quería transmitir la emoción que siento con algunas canciones, cuando me ayudan a recordar de manera más completa algunos momentos de mi vida que atesoro y espero nunca olvidar, y resaltar la importancia de la tecnología que tenemos, sin ella no podría tener acceso a esa música que tanto amo.
Soy más un consumidor, al igual que la mayoría disfruto de la literatura y de la música, aunque es importante indicar que mi nexo con la literatura es aún más fuerte al ser parte de un proyecto editorial con sede en Chile. Cuando estudiaba en la universidad me hice parte de un taller de conversación literaria y allí conocí a varios escritores, entre ellos mi esposo. El año 2006 mi esposo y yo iniciamos una revista digital llamada Cinosargo y el 2010 se conformó como una editorial impresa. Mi esposo es escritor y es él quien actualmente se dedica de lleno a la editorial y a la creación literaria, yo procuro apoyar pero la verdad es que el doctorado ocupa la mayor parte de mi tiempo laboral.
Mi acercamiento a la literatura se dió a los 8 años cuando leí "Corazón" de Edmundo De Amicis y desde allí la curiosidad sólo fue en aumento. En casa teníamos una variedad de libros entre novelas, poemarios, antologías de distintos países y la verdad es que me gustaba navegar entre esos libros. El momento en que más escribí fue durante los primeros años de la universidad pero luego lo dejé porque en ese entonces lo que escribía no me parecía satisfactorio. La verdad es que no escribo de manera constante, más bien me dedico a leer y de vez en cuando surge una idea que a veces puede terminar en un texto breve.
Esta respuesta es muy evidente, mi esposo es mi referente más cercano, me encanta hablar de literatura y filosofía con él.
Mi libro favorito es “La palabra del mudo” de Julio Ramón Ribeyro, es una antología de cuentos del escritor peruano en la que se le da voz a aquellos que usualmente no la tienen. Ribeyro es excelente contando historias, me gusta que su narrativa, pus no es pretenciosa sino que usa los elementos urbanos y las interacciones entre los personajes como herramientas para crear una atmósfera en la que entiendes y sientes posible lo que él está contando. En especial hay un cuento que me gusta desde la adolescencia, se llama “La molicie” y trata de unos universitarios atrapados en la rutina y el desgano.
Me gustaría recomendar algunos escritores peruanos: Ribeyro, Jorge Eduardo Eielson y Oswaldo Reynoso. Hay muchos más, pero en esta cuarentena son algunos de los que he vuelto a leer y siguen siendo de mis favoritos.
Aún me cuesta verme como científica pero en términos generales una de mis metas es que mi trabajo llegue a tener un impacto directo en la sociedad.
Mi consejo es: ¡Hay que atreverse y no desanimarse! Las mujeres dedicadas a la ciencia continuamos siendo minoría frente a los hombres, esas cifras no tienen que ver con diferencias en capacidad sino con la forma en que se han ido construyendo los roles en nuestra sociedad. Las carreras científicas son para todos, a mí en particular me hace muy feliz haber tomado la decisión y haber buscado una oportunidad para continuar mis estudios en ciencias. Yo formé mi familia siendo estudiante de pregrado y al obtener el título profesional tuve que elegir un trabajo estable en lugar de continuar con mis estudios de posgrado. Seis años de estabilidad laboral no lograron compensar mis deseos de retomar los estudios en ciencias y ahora soy estudiante otra vez y no me arrepiento para nada. Debo agradecer a mi familia por el apoyo frente a esta decisión, mi hija y mi esposo aceptaron tomar el riesgo junto a mí y sé que soy afortunada por tener una familia tan comprensiva y aventurera.